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domingo, 10 de junio de 2012

Historia



Historia Del Colegio Y Renovacion



“Estábamos en Educación Física y al regresar vimos que los cables caían  sobre los pupitres. Si hubiéramos estado adentro, nos habríamos electrocutado”, recordó Mónica Páez, estudiante del noveno de básica del Colegio Simón Bolívar.

La joven aseguró que se siente  orgullosa de ser una “estudiante bolivariana”, pero reconoció que las instalaciones del plantel “dejan mucho que desear”.
“Al caminar por los pasillos las tablas rechinan. Si la gente salta, cae el polvo del techo sobre nuestras cabezas y en los cuadernos”, comentó la joven.

Mónica Mizhquiri, madre de la estudiante, también  opinó: “Me desesperaba ver que mi hija recibía clases en una aula cuarteada, con la pared a punto de caerse y sostenida por un palo de madera. Los jóvenes no pueden educarse así”.

El pasado lunes, los padres de familia y las alumnas se congregaron en las antiguas instalaciones de la escuela municipal Espejo (calles Río de Janeiro y Manuel Larrea) que, cuando concluyan la  remodelación  y ampliación, acogerán a las jóvenes a partir del próximo año lectivo. 

Al ingresar,  los padres y estudiantes no ocultaron su sorpresa. Mariuxi Vera (15 años), alumna de décimo nivel,  quedó impresionada con la piscina, el salón de actos y los patios para las estudiantes. “¡Qué diferencia! En el otro colegio, las aulas tienen goteras, las tablas del piso se salen. Así vamos a sentir más ganas de estudiar”, comentó.

Gracias a la remodelación, el plantel tiene 27 salas para actividades administrativas, 40 aulas de clases, 10 laboratorios de ciencia e informática, baterías sanitarias, piscina, teatro (con capacidad para 340 personas), entre otros servicios.

La necesidad de  reubicar el colegio era urgente. Informes anuales del Cuerpo de Bomberos advirtieron que el edificio  -ubicado en las calles Olmedo y Benalcázar, centro de Quito-  era “vulnerable” por tener instalaciones eléctricas en malas condiciones, pues   tienen una antigüedad de 300 años y desde   hace   20 años ya no daba cabida para el alumnado. A eso se sumaba que los ventanales, puertas, pisos y graderíos eran de madera apolillada y vetusta,  por lo que el plantel estaba propenso  a un  incendio   y   no contaba con  extintores.

Otro de los riesgos era la delincuencia. El colegio tiene cuatro puertas de ingreso por las calles Olmedo, Benalcázar, Manabí y Cuenca, pero las seguridades son vulnerables al  robo, porque las aldabas son viejas y fáciles de romper.

“Tampoco tenemos un patio donde pasar el recreo”, comentó Erika Paredes (17 años), estudiante de sexto curso. Ella se asombró cuando se enteró que el nuevo colegio tiene cinco patios y cinco terrazas, pero   contó con decepción que este año  juraron la bandera en el estadio de la Universidad Central del Ecuador.
Cecilia Aguirre (13 años), alumna de primer año, agregó: “Tenemos bastoneras, cheerleaders, banda de guerra y todo eso no lo podíamos ver en nuestro propio colegio”.

El mejoramiento de la  movilidad en el Centro Histórico será  otra ventaja. Desde hace cinco años, el Municipio, en coordinación con el Ministerio de Educación, ha tratado de erradicar la congestión vehicular  que se  origina a la entrada y   salida  de las estudiantes, así como el estacionamiento de los buses escolares  en las horas picos.

El alcalde de Quito,  Augusto Barrera,  junto con el rector del plantel, Mario Carrillo, y  la directora del Instituto Metropolitano de Patrimonio, Margarita Romo, recorrieron las instalaciones  y anunciaron que la restauración concluirá en  abril próximo. “Lo prometí hace dos años, apenas asumí la Alcaldía  y hoy  es una realidad el traslado del Simón Bolívar a estas instalaciones que les proporcionarán mayor comodidad y funcionalidad”, dijo.

Agregó que la Municipalidad  mantiene   35 establecimientos educativos, en los que  ha invertido 115 millones de dólares.
La intervención inició el 16 de agosto de  2011. Al momento   120 obreros trabajan un área de 9.300 m² formados por edificaciones antiguas y nuevas.

Carrillo recalcó que el colegio Simón Bolívar ha dado un aporte fundamental al patrimonio cultural de Quito, por lo cual es   importante restaurar  el plantel. 
Con esto podemos decirle adiós a las antiguas instalaciones de la Unidad Educativa Espejo las cuales a pesar de no haber quedado obsoletas ya no podían cubrir la cantidad de alumnos por lo que se tuvo que vender el edificio para poder donarlo a la Unidad Educativa Simón Bolívar la cual ahora puede mantenerse en un lugar seguro para su educación.


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